Muchas disciplinas del campo de la salud, salud mental, pedagogía, arte, etc. recomiendan la relajación a estudiantes y pacientes como recurso para aliviar el estrés, la sobrecarga o la enfermedad. La relajación como metodología, es un concepto conocido y arraigado en la cultura popular.
Se la invoca como un recurso casi mágico para enfrentar dolencias físicas y psicológicas, adquirir un mejor manejo de las tensiones, mejorar el uso del cuerpo y la calidad de vida, vivir en armonía, etc. Aparece como primer recurso en diversas estrategias de cambio y necesidad de curación, ya que “relajarnos” posibilita el primer orden de lectura de sensaciones que en tensión no pueden ser interpretadas ni comprendidas por nosotros mismos.
“Relajarse” es lo que aconseja un médico cuando el paciente le dice que sufre dolores de cabeza o insomnio, un compañero de oficina cuando ve a otro deprimido por no poder terminar un informe a tiempo, un padre o una madre cuando ve a su hijo enfrentar con nerviosismo sus estudios.
Tomamos vacaciones para “relajarnos” después de un arduo año laboral o de estudio. Pero escuchamos a menudo a los que retornan de este descanso decir “necesito reponerme de las vacaciones”.
La etimología de la palabra relajación señala la existencia de una acción a través de la cual los músculos se hacen laxos, el peso del cuerpo se abandona, deja de luchar contra la gravedad, con un predominio de la “entrega” sobre el “rechazo”. Los músculos anti gravitatorios no precisan estar activos para sostener el cuerpo y este se va “entregando” en su peso, en ritmo y estilos singulares y personales, hasta hacerse más pesado, difícil de mover, y propicio para el recogimiento y el sueño.
En las prácticas de las disciplinas corporales puede ser una puerta de entrada para llegar a una conciencia más profunda de la realidad corporal/ personal, al permitir el registro de sensaciones y emociones, abriendo el darse cuenta de zonas tensionadas, espacios olvidados, bloqueos y desequilibrios.
En dichas prácticas existen variadas técnicas para que la persona consiga un estado corporal relajado, para que sus músculos se hagan pasivos en la voluntad de “no hacer”, de eliminar excesos de intención, del mismo modo que, en otras ocasiones, se activen en la voluntad de hacer. Las técnicas buscan que el alumno discrimine lo que el cuerpo necesita y pueda tomar sus propias decisiones.
Llevando la atención al cuerpo, inventariando y recorriendo zonas del mismo, la persona podrá darse cuenta de los esfuerzos de los músculos, de las articulaciones, e irá creando pausas y “soltando” tensiones innecesarias para transitar los tiempos y ritmos acelerados de la vida diaria; con esto los pensamientos se aquietan, la respiración se torna más lenta, los reflejos se aletargan y el cuerpo varía su temperatura, consistencia y peso.
Ahora bien, la prescripción de la relajación debería ser precisa, pues siendo una herramienta valiosa tiene indicaciones y contraindicaciones. Se requieren condiciones de seguridad para que la persona llegue a este estado en el momento adecuado y no cuando necesita reflejos activos y una conciencia lúcida y despierta. Un cuerpo relajado, tiene la “guardia baja” y no está disponible para enfrentar situaciones que le exijan un tono alto. Sería como dar un somnífero a una persona que necesita conducir por la noche.
La Eutonía nos ayuda a repensar el concepto de relajación, poniendo el foco en el tono muscular, que es el grado de tensión de base que todos tenemos. Es decir que existe un grado de tensión básico necesario para la vida. Y es fundamental que este sea flexible a aumentar o disminuir según las distintas actividades ( o no actividad), que realizamos.
La creadora de esta disciplina, Gerda Alexander, observó como el tono muscular tenía una relación directa con las emociones, como el miedo, la tristeza, la dicha o la fatiga corporal y mental cambiaban el tono muscular y que este también se veía influido por la conducta y las actitudes de otros.
A diferencia del concepto de relajación, el concepto de regulación del tono se refiere a la adecuación del tono a los requerimientos de las acciones de la vida cotidiana. Si bien dormir es una actividad que pide un cuerpo relajado, en el sentido del cuerpo pesado, abandonado, laxo, la mayoría de las actividades que desarrollan las personas en sus vidas requieren cuerpos más livianos y dispuestos al movimiento y al ejercicio de la sensibilidad.
Cuando la persona está muy relajada se expone a no registrar los mensajes que la informan de algún peligro y, a la inversa, si el tono está exageradamente alto, la persona se alterará con estímulos pequeños y seguramente vivirá un estímulo normal como amenazante.
La adecuación del tono a las acciones es automática, sin embargo, las fijaciones tónicas producidas por los esfuerzos de algunas posturas actúan como interferencias para que este ajuste del tono se dé naturalmente.
Esta regulación requiere un tono corporal flexible, un estar equilibrado y de acuerdo a cada situación, ir modificándose pertinente a ella. Nuestros cuerpos pueden percibir y expresar infinidad de matices, posturas, gestos, modos de comunicación, aunque generalmente utilicemos unos pocos de este vasto repertorio. Los matices corporales se relacionan con la gama de emociones y sensaciones que afectan a las personas y a su ductilidad para sentirlas y comunicarlas.
Los variados contextos de la existencia piden variados tránsitos tónicos. La persona disponible a un buen tránsito tónico tiene una alerta somática adecuada, su reacción es oportuna, en el momento justo y con los movimientos apropiados.
La flexibilidad de tono permitiría que la persona no se quede “colgada” de una tonicidad que fue apropiada a una situación pero que perdió actualidad.
Las personas producen posturas corporales que serán el efecto de los modos de estar en sus vidas diarias. Es decir que la postura corporal muestra un modo de estar en el mundo. Los cuerpos tienen repertorios de sus modos de estar más o menos adecuados a las acciones que realizan, incluso a acciones por realizar.
Cuando un modo de estar predomina sobre otros y tiende a repetirse en situaciones variadas, o sea, cuando se transforma en un modo de ser, se está en presencia de una fijación tónica, que es la expresión de un estereotipo de comportamiento muscular, postural, respiratorio, digestivo, emocional, sensorial y de pensamiento. Estas fijaciones son la materia de trabajo de las disciplinas corporales, que invitan a la observación de hábitos y repertorios posturales, de descanso y movimiento para reconocerlos y en lo posible, encontrar nuevas posibilidades y la ampliación de estos repertorios. La transformación ocurre cuando se despliegan y experimentan nuevos recursos corporales.
En especial, durante la gestación y pensando en el momento del parto, tomar conciencia del tono muscular se vuelve una gran herramienta para el bienestar. Las molestias pueden mitigarse normalizando el tono, ya que investigando el grado de tensión para realizar una actividad como mantenerse erguida, caminar, incluso descansar, se elimina el exceso tensional que dificulta la fluidez. A diferencia de sólo un estar “relajada” que dificulta el estar presente conscientemente y realizar pertinentemente lo que se busca lograr.
Referencias:
-Embarazo y Nacimiento Eutónico, Método Frida Kaplan. Ediciones B
-Música y Eutonía, Violeta Hemsky de Gainza, Susana Kesselman. Editorial Lumen.
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